Fundadora en Nápoles de las Teatinas de la Concepción en 1583. Vidente sorprendente, se mantuvo siempre inquieta por sus afanes de reformar la Iglesia.
Mereció el respeto y la admiración de sus conciudadanos por su entrega al apostolado. Entre las obras de misericordia, tuvo en singular estima la educación de las doncellas y dispuso un educandato junto a su casa religiosa.